
Terapia Online vs. Terapia Presencial: ¿Cuál es Mejor Para Tí?
9 de marzo de 2025La reevaluación cognitiva es una de las prácticas más potentes y utilizadas en terapia. Esto es, el cuestionamiento de nuestras interpretaciones automáticas sobre la realidad y la elaboración de pensamientos y valoraciones más ajustados.
Una de las técnicas fundamentales dentro de ese proceso es la decatrastofización del pensamiento. Esta técnica sin embargo, con cierta frecuencia se malinterpreta, confundiéndose con adoptar una postura excesivamente optimista y de ingenuidad a la que nos referiremos como “pensamiento arco iris”.
A continuación desarrollaremos las diferencias entre estas dos perspectivas y señalaremos los riesgos de caer en ese “pensamiento arco iris”.
¿A qué nos referimos con decatastrofizar?
La decatastrofización es una práctica que consiste en detenerse ante esos pensamientos automáticos catastróficos, del tipo “siempre pasa lo peor”.
Detenerse para examinarlos de una forma más amplia y sosegada, tratando de evaluar y relativizar la probabilidad real de que ocurra esa situación catastrófica, y sobre todo, considerando otras opciones más ajustadas a la realidad.
No queremos autoconvencernos de que todo va a salir siempre genial, sino tomar consciencia de que en la mayoría de ocasiones, lo que nos preocupa y tememos no es tan inevitable ni insuperable como aparenta en nuestra mente.
El pensamiento arco iris
A veces, en ese esfuerzo por decatastrofizar y tener pensamientos más ajustados a la realidad, se corre el riesgo de caer en la trampa del “pensamiento arco iris”. La idea de que todo saldrá siempre a pedir de boca y que la vida es siempre de color de rosa.
Nada más lejos de la realidad, esta actitud puede llegar a ser contraproducente. La vida no está exenta de desafíos, incertidumbres e incluso pérdidas; y hacer oídos sordos a esas posibilidades puede dejarnos sin estrategias para enfrentar las dificultades cuando aparecen.
No queremos negar los problemas y el sufrimiento, cayendo en una ilusión de control y de cierta ingenuidad. Queremos evitar que nuestra manera de pensar multiplique y agrave innecesariamente las experiencias de sufrimiento que en algún momento todos tendremos que enfrentar, un ejemplo de esto, puede ser la depresión.
En definitiva, al decatastrofizar buscamos aprender a ampliar el abanico de escenarios posibles, aceptando que aunque existe una pequeña probabilidad de que a veces suceda lo peor, la mayoría de las veces eso no ocurre, y existe una gama inmensa de posibilidades intermedias entre el peor y el mejor de los casos.
No significa convencernos de que nada malo pasará, sino dejar de asumir automáticamente que lo peor es lo más probable.
Enfrentar las dificultades desde el realismo y el compromiso, sin fatalismo, pero también sin fantasías.