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Una de las ideas más frecuentes y que pueden ser más frustrantes durante el proceso de
terapia, es la creencia de que los avances terapéuticos van a ir llegando de forma lineal y
progresiva.
La idea de que el progreso en nuestro bienestar psicológico y emocional, sería
una suerte de escalera por la que vamos subiendo poco a poco, escalón a escalón.
Esta perspectiva puede llegar a jugarnos una mala pasada, ya que el progreso terapéutico
no es algo lineal.
Como todo en esta vida, este proceso está repleto de subidas y bajadas y
de períodos de florecimiento y de estancamiento. Incluso a veces toca dar un paso atrás
para después poder dar dos hacia adelante.
Si lo pensamos un momento, este patrón no aplica solamente al proceso terapéutico, la
naturaleza y la vida misma no son lineales. El crecimiento de las plantas es intermitente y discontinuo, hay momentos para enraizar y momentos para florecer. Las estaciones se van sucediendo de forma pausada y progresiva, a
veces de un día a otro el clima puede cambiar más que de una semana a otra.
A veces en primavera regresa el frío de invierno, y en otoño tenemos días que parecerían sacados de
pleno mes de julio. La naturaleza es discontinua, intermitente y abrupta. No es lineal, y
nosotros como parte de ella tampoco lo somos.
En terapia muchas veces aparecerán momentos de avances y mejoría evidente, pero
también de duda y estancamiento. Puede que incluso a veces aparezcan momentos de
retroceso, y sintamos que nuevamente debemos enfrentar algo que ya parecía superado.
Eso en ningún caso significa que no estés avanzando, esa lógica es parte del proceso de
avance en terapia y es síntoma de que estamos trabajando adecuadamente. Esos pequeños
bloqueos a veces vienen a enseñarnos que hay alguna habilidad que necesitamos reforzar,
haciéndonos revisar desde otro ángulo aprendizajes que aparentemente ya teníamos
suficientemente interiorizados.
En esos momentos es clave tener presentes algunas ideas para no perder la perspectiva. El
avance no siempre está en cómo nos sentimos, sino en cómo respondemos a lo que
sentimos.
No solamente avanzamos al eliminar patrones y comportamientos que nos
perjudican, el mero reconocimiento de esos patrones es ya un avance en sí mismo. Pedir
ayuda en situaciones que antes nos llevaban a encerrarnos en nosotros mismos, o tolerar el
malestar emocional en lugar de tratar de eliminarlo con comportamientos que a la larga
sabemos que nos acabarán perjudicando más.
Todo eso es también avanzar, aunque no sea un avance constante y en línea recta.
La vida tiene altibajos, curvas, avances y retrocesos, calmas y tormentas; y como no podía
ser de otra forma, el camino hacia el bienestar también.